Capítulo 15

Una vez más, el extraño ruido pasó sobre sus cabezas. Strybjorn miró hacia arriba y vio cómo la cola ardiendo de aquella bestia voladora sobrevolaba sus cabezas a baja altura y tomó conciencia de que había caído sobre el campo una enorme sombra alada. Por un momento, la lucha se detuvo y todos miraron sobrecogidos por aquella mágica aparición.

- ¡Los Buscadores de Valientes! – gritó alguien.

Strybjorn no estaba seguro de si había sido un Craneotorvo o un Grimfang. Sólo sabía que, fuera quien fuese el que lo había dicho, estaba en lo cierto. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Los mensajeros de los dioses estaban allí y juzgaban a los combatientes. ¡Ahora! En ese instante miraban hacia abajo con su mirada ardiente para ver si alguno de los presentes era digno de unirse a los grandes guerreros de la sala de los héroes. Era posible que es noche alguien fuera llevado a la legendaria montaña donde los elegidos gozaban de la inmortalidad.
Strybjorn sabía que sólo elegirían al más valiente entre los valientes y al más fiero entre los fieros. Sólo los más osados eran dignos de la inmortalidad. Los nombres de los Elegidos vivirían por toda la eternidad y serían recordados por los eskaldos en sus cantares de gesta. Una ambición hirviente despertó de pronto en su corazón.
Ahora sabía lo que debía hacer. En algún lugar entre estos perros apaleados tenía que encontrar enemigos dignos de su arma. Debía encontrar guerreros a los que pudiese llamar por su nombre y retarlos en combate singular. Los Buscadores no aparecían en todas las batallas; tal vez esta oportunidad no se le volviera a presentar nunca más. Tal vez no volviese a tener pruebas físicas tangibles de la presencia de estos misteriosos seres en toda su vida.
Echó una mirada en derredor. A la misma conclusión parecían haber llegado todos los guerreros independientemente de su clan. Los Craneotorvo se apartaban de sus enemigos, dándoles tiempo a echar mano a mejores armas. Strybjorn esperaba ansiosamente para ver lo que iba a ocurrir después.

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