Introducción

El chasquido de una rama al quebrarse le despertó del leve sueño que había conseguido conciliar. Lentamente, con la precaución de quien ha sido acechado en infinidad de ocasiones, abrió los ojos y miró al suelo desde la seguridad del árbol al que había trepado para dormir.

Un pequeño zorro se movía sigilosamente por el destartalado campamento que había levantado horas atrás, como señuelo a posibles acompañantes no deseados.

- Debería relajarme… estoy en una zona segura - . Pensó soltando un suspiro de alivio.

Se había acostumbrado tanto a estar en un estado de alerta permanente, que ya había perdido la cuenta de las veces que había podido conciliar un sueño tranquilo. Aún no se hacía a la idea de que todo eso hubiera terminado. Desde que se había separado de los hermanos mercenarios, sus camaradas, se había acabado ese ritmo de vida tan demencial que amenazaba con consumirlo hasta los huesos.

Aún así, aunque las últimas semanas habían sido un remanso de tranquilidad en su ajetreada existencia, las horribles pesadillas que le habían asediado noche tras noche no habían desaparecido. Le seguían asaltando las imágenes de cómo había empezado todo, desde aquel fatídico día hasta su estado actual, pasando por todos los actos que se había visto obligado a realizar para asegurar su supervivencia. Así, sin darse cuenta de las divagaciones de su mente, se recostó sobre el tronco del árbol y cedió al sueño que tan rápidamente acudía a hacer presa de él.

Y una vez más, volvió a acuciarle su recuerdo, su historia...