Capítulo 13

Strybjorn acechaba en la noche, matando a su paso todo lo que encontraba. Aullaba de contento, sabiendo que había llegado la hora de la venganza de su pueblo. El sabor de la sangre le resultada dulce; en realidad, le gustaba matar, la sensación de poder que le daba. Amaba las luchas cuerpo a cuerpo.
Claro que estos Grimfang eran enemigos de poca monta; casi ni se merecían que los ensartase una espada Craneotorvo. Estaban borrachos y mal armados y apenas comprendían lo que estaba pasando. Se preguntó como habían sido capaces de expulsar de esta aldea a su valiente pueblo de guerreros.
En el breve respiro que le permitía el combate, sólo le obsesionaba un pensamiento: ¿acaso era parte del precio que había que pagar por vivir en paz? ¿Habría reblandecido la buena vida a sus antepasados igual que había reblandecido a los Grimfang? ¿Había perdido en el pasado su pueblo el espíritu guerrero igual que lo había perdido este rebaño de ovejas? Sintió que era algo que debía hablar con su padre. Esto no debía volver a pasar nunca más y no pasaría cuando él se convirtiese en jefe.

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