Capítulo 14

Ragnar detuvo a la desesperada el golpe de su atacante. El choque del impacto paralizó su brazo a pesar de que el escudo había absorbido la mayor parte del impulso. Ragnar dirigió su contraataque a la cabeza del hombre, que también paró el golpe. Lanzó hacia adelante su brazo protegido por el escudo y alcanzó a su atacante en la cara, cuando el hombre perdió el equilibrio cayéndose hacia atrás, Ragnar le partió el cráneo de un hachazo.
Miró alrededor y vió que su casa estaba en llamas. El Gran Salón Comunal también ardía por los cuatro costados mientas alrededor todo era locura. Sombrías figuras cortaban en la negrura de la noche como si se tratara de una escena del mismísimo infierno. Las mujeres escapaban en medio de la oscuridad llevándose a sus hijos. Los perros se lanzaban a las piernas de los invasores y un pollo volaba torpemente en un callejón, con las alas en llamas.
Ragnar se preguntó donde estaría su padre. Lo más probable es que estuviese en el Gran Salón ayudando a recuperarse a los guerreros, si todavía estaba vivo. Ragnar trató desesperadamente de alejar ese pensamiento, pero como un cuchillo se hundía en la convicción de que, al terminar esa noche, no sólo su padre sino todos los guerreros que conocía, y con toda probabilidad él también, estarían muertos.
Sin embargo, no había más remedio que seguir luchando sin que importase cuán negros fueran los augurios. Con todos los sentidos alerta, Ragnar corrió hacia el Salón Comunal, esperando contra toda esperanza que su padre y los demás siguieran vivos.

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